Wer das elend bauen will

«El que quiera ser desdichado»

Wer das elend bauen will

1. ¡El que quiera ser desdichado,
que se arrime y sea mi compañero
por los caminos de Santiago!
Que lleve dos pares de zapatos
y una escudilla con una cantimplora.
2. Que lleve un sombrero de ala ancha
y también una buena capa
guarnecida de cuero.
Tanto si llueve como si nieva o sopla el viento
para que el aire no se la lleve.
3. Que no le falte el fardel y el bordón,
y que no olvide confesar,
¡que esté confesado y cumplida la penitencia!.
Llegado a tierra extranjera,
no encontrará ningún sacerdote alemán.
4. A un sacerdote alemán puede que lo encuentre,
pero no sabrá en donde deberá morir
o decir adiós a su vida,
si muere en el extranjero
lo enterrarán a la vera del camino.

5. Así pues pasamos por Suiza,
ahí nos dan la bienvenida,
y nos dan de comer,
nos acogen y nos cubren calentándonos,
nos indican el camino a seguir.
6. Después pasamos a tierra extranjera,
país que los hermanos no conocemos,
tenemos que marchar a otro país,
imploramos a Dios y a Santiago
y a Nuestra Señora.
7. Así pasamos por Armagnac, el país de los pobres 
donde sólo se nos da de beber zumo de manzana,
tenemos que subir las montañas;
se nos ofrecen manzanas y peras
y también comemos higos.
8. Luego nos dirigimos a Saboya,
no nos dan ni pan ni vino,
el fardel está totalmente vacío;
en donde un hermano se aproxima a otro,
recibe malas palabras.
9. Así vamos a Pont Sant Sprit,
nos dan pan y buen vino,
tenemos la escudilla llena, el
Languedoc y el país de España
los alabamos todos los hermanos.

10. Hay cinco montes en tierra extranjera,
que los peregrinos conocemos bien:
el primero se llama Roncesvalles,
a todo hermano que lo pasa,
las mejillas le enflaquecen.
11. El otro se llama Monte Santa Cristina de Somport,
y el Puerto de San Adrián puede que sea su hermano,
los dos son casi iguales uno al otro,
y aquel hermano que los pasa
gana el reino de los cielos.
12. El cuarto se llama Rabanel,
por él pasan los hermanos y hermanas rápidamente,
el quinto se llama Puerto de la Faba (Cebreiro),
más de un hombre honrado sufrió aquí
y hay alemanes aquí enterrados.
13. El rey de España lleva una corona,
construyó tres hospitales muy hermosos en honor de Santiago,
y cada peregrino que allí llega
es acogido con decoro y honor.
14. No era lo mismo el maestre del hospital.
Asesinó de trescientos cincuenta hermanos, ¡Dios no lo deje sin castigo!
Fue colgado en Burgos de una cruz,
y fue ejecutado con flechas puntiagudas
15. El rey era una persona justa,
se vistió con ropa de peregrino,
quería inspeccionar su hospital.
Se resistía a creer lo que
los peregrinos alemanes le habían contado.
16. Entró en el hospital,
dejó que le trajeran pan y vino,
la sopa no era muy buena:
«maestre del hospital, mi querido maestre del hospital,
los panes son demasiado pequeños».
17. El maestre del hospital era un hombre colérico:
«el diablo te ha traído aquí,
cosa que mucho me admira,
y si no fueses un extranjero,
te envenenaría como a los perros alemanes.»
18. Y cuando iba cayendo la tarde
los peregrinos querían ir a dormir,
este peregrino quería dormir solo:
«maestre del hospital, mi querido maestre del hospital,
las camas no están muy limpias».
19. Él le propinó un golpe al peregrino,
que a éste le dolió en el corazón,
se marchó del hospital.
Los otros peregrinos comenzaron
a golpear con fuerza al maestre del hospital.
20. Cuando se hizo de día,
entonces se vieron muchos hombres armados
entrar en el hospital.
El maestre del hospital fue apresado
con toda la servidumbre de la casa. Fue sentado maniatado sobre un gran caballo
y fue conducido a la fortaleza de Burgos,
y allí fue encadenado.
Esto no le pareció bien al maestre del hospital
y se puso muy malhumorado.
22. El maestre del hospital tenía una hija joven,
que era una pequeña taimada:
«Me llama mucho la atención
que mi querido padre
tenga que morir por causa de los perros alemanes.»
23. Allí cerca estaba un peregrino:
«Hora es ya de no quedar callado,
yo mismo quiero presentar la acusación.»
Entonces esta joven hija
fue enterrada bajo la horca.
24. Mira, peregrino, no debes quedarte dormido ahora,
todavía tienes que andar 40 o 45 millas
hasta la catedral de Santiago.
Luego hay 14 millas
hasta el lugar llamado Finisterre
25. No queremos visitar Finisterre
y preferimos dirigirnos a San Salvador de Oviedo
para contemplar grandes milagros.
Luego invocamos a Dios y a Santiago
y a Nuestra Señora.
26. En Santiago se perdonan el castigo y la culpa.
El buen Dios sea bondadoso con nosotros
desde su excelso trono.
A quien rinde pleitesía a Santiago,
que el buen Dios se lo recompense.